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9 de julio de 2006

http://www.endi.com/XStatic/endi/espanol/index.aspx 

 

Jon Fausty: El hombre del ‘sonido fania’

Mariana Reyes Angleró

En la nómina de Fania Records había un ingeniero de sonido descendiente de inmigrantes rusos y húngaros que se encontró por primera vez con esta explosión musical antillana cuando el judío maravilloso, el pianista Larry Harlow, llegó una noche al estudio en el que trabajaba en Nueva York.

Delta Sounds quedaba en la avenida Broadway. “Grababa música que no me gustaba para nada. Así es que invitaba a mis amigos a ‘jammear’, el guitarrista Eliot Randolph invitó a Larry Harlow y a él le gustó el sonido de la sesión”, dice el ingeniero Jon Fausty. Harlow es el pianista de las famosas estrellas de Fania, creador de la ópera ‘Hommy’ y director de la orquesta que lleva su nombre.

Cuando llegó al estudio de Fausty, ya Harlow estaba vinculado a Good Vibrations, el estudio de grabación que en ese momento tenía el sello disquero Fania en el último piso del 1440 de Broadway, en Manhattan. “Ese estudio se lo compramos a una emisora, RKO, porque en ese momento estábamos con lo de la película y allí se podía editar para cine también”, recuerda el flautista dominicano Johnny Pacheco, creador del sello Fania. Hasta 1971 se mezclaron películas en ese estudio, incluyendo ‘Los tres chiflados’. Harlow invitó al sonidista a una audición, a la que fueron más de 50 candidatos, y Fausty se convirtió en el jefe de ingeniería del sello.

“Nunca en mi vida había visto una consola como aquella”, dice Fausty, “así es que simplemente me senté a hacer el trabajo y me cogieron”. Eso fue hace más de treinta años. En Good Vibrations mezclaron las películas ‘Our Latin Thing’ y ‘Salsa’, mucho antes de que Fausty trabajara en la banda sonora de ‘Carlito’s Way’.

Después de más de 3,000 grabaciones de las cuales 18 han recibido premios Grammy, Fausty trabaja a tiempo parcial como vendedor en el Radio Shack de Ruskin, Florida. “Lo hago para entretenerme. Todos los días me encuentro con gente que se cree que sabe de audio, pero realmente no tiene idea”, dijo el ingeniero de sonido cuyo nombre aparece en la mayoría de las grabaciones de Fania. Por lo general cuando Fausty graba un disco usa micrófonos que cuestan un mínimo de $2,500 cada uno; en la tienda ayuda a los clientes a decidir entre uno de $49.99 y uno de $59.99. “Los clientes que se fijan en uno de mis premios Grammy, que está detrás de la vitrina, no me hacen preguntas sobre la calidad del equipo”, dice en entrevista telefónica desde Florida.

Pero en estos días no pasa mucho tiempo en la tienda (el gerente es amigo suyo y sabe que hay otras prioridades). Ahora está remasterizando los discos viejos que grabó con Fania. A los 57 años, Jon Fausty siente que tiene una segunda oportunidad. “Ahora soy un ingeniero mucho mejor y la tecnología es mucho mejor”, dice. Muchas de las grabaciones que hicieron hace décadas -con la tecnología de entonces- han regresado a sus manos para digitalizarlas y relanzarlas al mercado.

Emúsica compró el catálogo de Fania -por un monto millonario que no se sabe a cuánto asciende. La empresa, con sede en Florida, ya lanzó al mercado la versión remasterizada de sobre 40 de los más de 1,000 discos que le compró al imperio salsero fundado por Pacheco y el abogado italoamericano Jerry Masucci. Semanalmente siguen apareciendo de manera sutil en los estantes de las tiendas de discos las versiones digitales del catálogo.

El proyecto que se convertiría en el experimento de música latina mejor logrado de todos los tiempos empezó porque Pacheco no estaba muy contento con su disquera, Alegre.

“Yo quería montar un sello que fuera como una familia y a Dios gracias lo logré”, dice el músico. Según sus investigaciones, Fanía Funché era una especie de hermandad de negros cubanos. Se tropezó con el término en una canción, escrita por el cubano Reinaldo López Bolaños, incluida en la primera grabación del sello, ‘Cañonazo’, a cargo de su grupo, Pacheco y su tumbao. “Al principio yo salía a repartir discos en las tiendas los lunes, miércoles y viernes y Masucci los martes, jueves y sábados”, dice el compositor del himno de Héctor Lavoe, ‘Mi Gente’. “En el subway de la 42 había una tienda de discos grandísima -que yo creo que la eliminaron- y yo entraba con los discos a llevárselos y decían ‘mira a lo que ha llegado Pacheco, haciendo delivery’. Lo menos que pensaban era que yo estaba trabajando en mi cosa”. Las reediciones de Fania las distribuye Universal.

“Definitivamente que se escuchará mucho más claro, más brillante y con mucha más presencia, porque ahora tenemos la tecnología que no teníamos hace 30 años”, dice por su parte Fausty. Según el experto las copias que se han hecho de los originales en décadas pasadas “se escuchan oscuras, porque transferían cintas análogas a DAT y masterizaban de ahí, no era un proceso preciso”. Fausty está transfiriendo los másters originales a digital.

“Escuché como cuatro de los discos remasterizados”, dice Pacheco, director de las Estrellas de Fania, desde su casa en New Jersey. “Los encontré muy bien hechos, ahora, si yo lo hago, le agrego otra cosita”. El flautista explicó que él como productor divide las grabaciones en varios niveles: el piano y el bajo en el medio, arriba la sección de metales y así.

Uno de los artistas más impresionantes dentro del fenómeno de la Fania fue el entonces joven trombonista boricua Willie Colón. “Hay productores o artistas que son muy pasivos y dejan que el ingeniero lo haga todo”, dice el también arreglista y productor. “Yo cuando llego al estudio ya sé lo que quiero”. Según Colón son pocas las copias que se han hecho de los discos de Fania con la fidelidad que deben tener. “Muchos de esos tránsfers se hicieron directamente del disco, no fueron ecualizados”.

En la época en la que Colón cambiaba las definiciones de lo que es la música latina, pasaba mucho tiempo con Fausty. “Cuando salíamos del estudio íbamos a un bar llamado Ichabod’s ubicado en la Segunda Avenida y la calle 77 en Manhattan”, dice Fausty, “probablemente sigue allí, aunque con otro nombre”.

“Una vez yo me llevé a Fausty un mes para Brasil para que escuchara los sonidos de allá”, dice Colón recordando el viaje que hizo a Río de Janeiro a los 26 años, “para salirnos de los acordes que siempre escuchábamos”.

Más que un trabajo técnico:

El trabajo del ingeniero de sonido es básicamente técnico. Pero no se limita, o no debería limitarse, a ponchar botones en la cabina. Un ingeniero de oído sofisticado y experto hará una diferencia en el resultado final de la grabación. “Lo más importante en la música es que el sonido suene natural”, dice el percusionista Paoli Mejías, cuya grabación más reciente, ‘Trascend’, es también el trabajo más reciente de Fausty. “Debe sonar acústico como se oye en un club de jazz. Eso tiene que ver mucho con la acústica del cuarto, con el equipo de sonido y, claro, con el ingeniero”.

El ingeniero monta los micrófonos para la sesión de grabación, ‘mikear’ le llaman los músicos. No es lo mismo usar un micrófono barato que uno de calidad y tampoco que los ponga un amateur a que los ponga Fausty.

“ ‘Maestra Vida’ es el disco más retante de mi trayectoria”, dice el ingeniero sin titubear, en referencia a la obra de Rubén Blades, producida por Willie Colón. Según Fausty, el panameño llegaba superpreparado al estudio, sabía exactamente lo que quería hacer y le quedaba bien en el primer intento. “Héctor Lavoe, por otro lado, llegaba al estudio sin tener idea de lo que iba a cantar”, dice, “y le quedaba bien en el primer intento”.

A falta de Pro Tools o de programas similares que crean sonidos digitalmente, Fausty grabó las voces de tres cantantes, en velocidades distintas y jugó con ese sonido hasta lograr que pareciera un coro de 100 monjes. “En esa época no había Pro Tools y tuve que inventarme cosas que no existían”, dice Fausty. “Nosotros, los ingenieros viejos, fuimos los que provocamos los avances tecnológicos”, dice.

El proyecto incluyó sesiones con orquestas completas, cuerdas, vientos, maderas y metales, percusión. “Usé todos los micrófonos y todos los cables que tenía, absolutamente todos”, dice Fausty sobre la grabación del disco.

El proceso de ‘Maestra Vida’ fue arduo en todos los aspectos. La complejidad de la historia los obligó a entrar y salir del estudio varias veces. “Teníamos todos esos números y hasta un prólogo”, dice Colón. “Después del trabajo que hicimos pensamos que necesitaba un poco más de narrativa, de diálogo, entonces hicimos un libreto para completar la historia”.

Las bandas que constituían el sello Fania eran básicamente la mayoría de las orquestas de salsa importantes. Por Fania pasaron la Sonora Ponceña, el Apollo Sound, la orquesta de Bobby Valentín, la Típica 73, Ismael Rivera. “Yo creo que la salsa podría arrancar de nuevo”, dice Pacheco, “porque los muchachos del reguetón están tocando números de salsa al ritmo de ellos y eso a mí me alegra mucho”. Según un artículo de Jody Rosen en The New York Times, el reguetón es la Fania de estos tiempos: “Puede ser, pero no va a ser de la misma calidad, ni de la misma potencia, porque está basado en una sola cosa, en la letra, que yo los admiro porque tienen una capacidad tremenda para improvisar”, dice Pacheco. Para Fausty, la Fania “nunca ha dejado de estar de moda”.

Cuando el ingeniero neoyorquino no está en el estudio de grabación no escucha música, porque prefiere “descansar los oídos”. Aunque desde que tiene una vida un poco más sosegada -tras mudarse de la ciudad de Nueva York a Tampa- dedica algún tiempo a escuchar radio. Pero la mudanza no ha implicado una desconexión de los estudios. “El primer disco lo mezclé con Fausty en Nueva York”, dice Mejías, nominado al Grammy 2005. “Después se mudó para Tampa y para el segundo disco yo lo perseguí para Tampa, porque, en mi opinión, él es el que mejor le saca el sonido a la percusión”.

Esa especialización que Fausty desarrolló “por fiebrú”, según Colón, aporta al resultado final de los trascendentales discos de Fania. ‘Siembra’ y ‘El Malo’ de Colón, ‘Vámonos pa’l monte’ de Eddie Palmieri, ‘El sonido de la bestia’ de Richie Ray y Bobby Cruz, ‘La voz’ de Lavoe son algunos de los discos que reaparecen pulidos para el beneficio de los de oídos sofisticados que siempre se preguntaron si estos inmortales podían escucharse mejor.

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

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