Jamás pensó que sería músico
profesional, sin embargo, es uno de
los percusionistas actuales de más
reconocimiento mundial. Basta con
conocerlo para saber de un sólo
golpe que su talento es atrevido y
su humildad, muy especial.
El tambor lo llamaba. Éste lo hacía
caminar hasta la playa para
presenciar la rumba cubana que
tocaban los congueros. Tenía tan
sólo ocho años, y aunque ninguno de
sus familiares era músico, el sonido
de este instrumento de percusión le
provocaba interés, uno que con el
tiempo se transformó en un talento
excepcional.
Paoli Mejías recuerda cada paso de
sus comienzos. Incluso, nunca olvida
el día en que compró un bongo roto
por $3 y comenzó a trabajar como
porteador de periódicos para ahorrar
dinero y comprarse una “conguita”.
Ya con el instrumento en su poder,
al cual le adaptó un pedazo de aquel
bongo, comenzó a comprar discos de
artistas como Ray Barreto y Patato
Valdez, entre otros de bomba y plena.
Así
es como poco a poco se fue formando
el artista, en vez del pelotero, el
boxeador o el biólogo que cuando
pequeño pensó iba a ser. Mejías
mantenía su pasión por la música
dentro del corazón, pero no como
opción profesional. “Nunca pensé que
iba a ser músico y tocaba congas
sólo porque sentía una gran pasión y
desahogo al hacerlo”, afirma el
percusionista, dedicado a tocar los
géneros del jazz y la salsa. “Entré
al mundo de la música porque mucha
gente me decía que era muy bueno,
pero yo mismo no sabía qué nivel de
musicalidad estaba desarrollando, ya
que nunca fui a una escuela de
música”, añade.
Su nombre se hacía cada vez más
popular en las rumbas callejeras, y
por eso, pensó que el momento era el
idóneo para subir a un escenario
como integrante de una agrupación.
“Mi primera agrupación profesional
fue la de Rafu Wagner, excantante de
Bobby Valentín… Era cuestión de
tiempo, así pasé también a tocar con
José Nogueras, Glenn Monroig, Luis
Enrique, entre otros”, narra Mejías,
quien a tocado con grandes músicos
como Eddie Palmieri, Tito Puente,
Seis del Solar, Chick Corea, Paquito
D’Rivera, Dave Valentín, Kip
Hanrahan, Mark Anthony y Hilton
Ruiz.
El esfuerzo del percusionista se vio
reflejado hace unos años cuando fue
nominado para un Grammy Latino por
su primer disco, Mi tambor. No
obstante, Mejías va mucho más allá
de los premios, pues sus metas no
recaen sobre este tipo de
reconocimiento. “Mis aspiraciones
son muy sencillas, (que es)
mantenerme en contacto con la
realidad, con el pueblo, con los que
son de donde yo vengo, de la pobreza
y la humildad. Darles un buen
ejemplo, de que se puede salir
dignamente sin caer en malos caminos
y sin claudicar a tus principios
morales, por dinero o por fama. Para
alcanzar mis metas como músico
dedico puro sacrificio, fuerza de
voluntad y mucha resistencia”,
comparte.
A pesar de su talento y de ser uno
de los congueros más populares de su
generación, Mejías enfrenta mucho
retos a causa de la proliferación
excasa del género del jazz latino en
la Isla. Incluso, a pesar de que
reside en Puerto Rico, el
percusionista viaja a menudo para
presentarse en partes diversas del
mundo y vivir de la música. Sin
embargo, siempre regresa entre
viajes a su país, pues no quiere
abandonar su tierra natal, como
según él, lo han tenido que hacer
grandes músicos del mismo género.
No obstante, no poder vivir de la
música que toca mientras está en la
Isla, ni siquiera lo detiene. Aunque
la situación del jazz en Puerto Rico
no es una alentadora, el músico no
se sucumbe a dejar su estilo. Mejías
admite que su música es diferente y
difícil de comercializar en este
país, en el que por lo general apoya
lo que deja dinero de inmediato y no
lo que es talento verdadero. “Estoy
haciendo un tipo de jazz que no es
convencional. Yo sabía que esto iba
a ser un reto, ya que es un golpe
fuerte para las personas que han
ligado la música bailable con el
latin jazz. Mi música es un reto al
oído que está acostumbrado al Mambo
Jazz, ya que yo grabo mucha música
en diferentes métricas y en algunos
arreglos, varios de los instrumentos
tocan diferentes métricas a la vez.
Aparte de eso, utilizo muchos
elementos y tambores de otras
culturas”, explica Mejías.
La claridad con que expresa sus
pensamientos y la paz que indica le
brinda la música, seguramente, les
sirven como escudo protector de su
propio estilo. Sus compatriotas y
amigos universales de la música se
lo deben de agradecer, pues la labor
vanguardista de Mejías rompe
esquemas, le abre puertas a las
generaciones futuras y permite que
la música evolucione. “No es fácil,
pero ya puedo sentir el resultado
del esfuerzo con las muy buenas
criticas y los comentarios de todas
partes del mundo”, puntualiza el
percusionista, quien espera lanzar
su tercer disco en octubre.
Un golpe de respuestas
¿Con quién te gustaría tocar?
“Se podría decir que he tocado con
casi toda la gente de música latina
que hubiera querido tocar. Mi sueño
es viajar alrededor del mundo,
viviendo un tiempo razonable en cada
país que visite, para aprender un
poco de cada cultura. La gran
mayoría de la gente con quien me
gustaría tocar está en los barrios
de cada pueblo y son desconocidos”.
¿Cómo la música influye de manera
positiva en tu vida?
“La música influye positivamente en
mi vida porque es mi vida. Me ha
dado los momentos más felices y me
permite ayudar a otros. He podido
viajar y conocer gente maravillosa y
me da paz, que es lo que necesito”.
¿Cómo has evolucionado a través de
los años?
“Mi vida ha evolucionado muchísimo,
no sólo en la música. La música ha
sido el vehículo para llegar a
comprender muchas cosas que antes no
comprendía. Siento que he aprendido
a vivir al máximo, a ser feliz con
lo que tengo hoy y no esperar al
mañana. Encontrar paz y tranquilidad
en la naturaleza, que no nos cuesta
nada y a disfrutar el don de la
música al máximo”.
¿Qué le ofreces al que escucha tu
música?
“Le ofrezco toda mi energia… Mis
mejores vibraciones del corazón”.